miércoles, 17 de febrero de 2010

Sin mi Shami

Hola amigos/as. ¡Qué hermoso verles otra vez! ¿No me vieron en la tele? Chuta, ni fregando, de ley me vieron. Yo sé. Una bestia cuando salí del Tena con toda esa tele y toda esa cobertura, me sentí a lo bestia. Y no me vengan con que no debí, o que está mal, porque yo no me ando con caparazones burgueses cuando me conviene ni voy a hacerme la Madre Teresa.

A ver, ¿cuántos de ustedes han estado aquí detenidos/as por drogas? Ninguno me imagino. O muy pocos. Porque yo sé que todos somos gente que hacemos las cosas bien (acuérdense que yo no hice nada, lo que pasó fue que mi shamán, él es de otra cultura ustedes saben, llevaba el cargamentito y yo me incriminé solo para salvarle el pellejo de la discriminación cultural). Bueno, el punto es que ese lugar, ¡es horrible!

¿Qué más iba a hacer? Yo era inocente y peor iba a dejar que a mi Shami le estén haciendo cosas horribles en la celda, cuando todo es un malentendido referente a construcciones históricas múltiplo culturales diversas en la alteridad. Así que le llamé nomás a mi mami que, como ustedes saben, ocupa un cargo importante en el Ministerio de Cultura. Por lo menos tuve la decencia de no ir directo donde mi papá porque, ahí sí, ¡ja!, como dice el payaso de Nebot, ardía Troya. Pero como no soy la clásica aniñada restriegacontactos, fui donde mi mami nomás.

El resto ya saben. Obvio, nos soltaron, quizás por coerción, pero no importa, porque al final éramos inocentes, y mi mamá nos vino a ver. Pero claro, el chisme ya se había corrido y ahí estaban estos desgraciados de la prensa privada, defensora del poder, perros guardianes del sistema (como dice Ramonet y repite el Rafael), plumas alquiladas del imperialismo, mentes mercenarias del capital financiero, esperándonos. No sé como se enteraron, pero ya quisieron hacer el tema como que fuera el Caso Nataly Emme Bedoya Segunda Parte. Por eso me encantó la actitud de mi Shami, tan libre, tan intercultural, de abrazarme y frente a las cámaras, haciendo el signo de la victoria y poniéndose un pañuelo rojo, encender un baretito en la cara de los policías, sacándoles el dedo.

Claro, mi mamá no entiende así que se dio a la fuga casi muriéndose, llorando y todo. Se armó un caos y suerte que en el griterío y la empujadera el Shami y sus amigos me rescataron. Nos vinimos a Quito y la verdad es que he pasado una semana de locura con mi Shami. Con decirles que hasta hoy solo había salido del cuarto para escribir ocasionales sonetos que me toman por asalto o recoger la pizza.

Hasta mi vecina del piso de abajo, vino hecha la dura a tocarme la puerta. Típica suquita aniñada mojigata. Yo, abrí y, de una, sin saludar, ya le dejé claro que conmigo no era la cosa. “¿Qué? ¿Vos nunca gritas? ¿Tiras calladita o qué?”. Claro, la man de una se achicó. “No, es que”. “Entonces, a ya sé, típico, ¡te molesta que meta indios al edificio! Hija de…”. La man, viendo que le iba a pegar, se acobardó (¿pueden creer? Casi pongo “acholó”) y me salió con que había dejado la puerta del garage abierta. Era verdad, pero sé que la man venía por otra cosa pero se asustó ante mi reacción.

Bueno, la cosa es que hoy en la mañana tuve una entrevista en Radio La Luna con respecto a mi caso. Y estoy súper preocupada porque cuando volví ya no estaba mi Shami ni ninguna de las cosas de mi departamento. Me da miedo que se lo hayan llevado a él, y a todos los muebles para no dejar pistas (típica operación de la CIA), o que se metieron los ladrones y, ya viéndole al Shami, se le llevaron también. O podría ser que tuvo una emergencia súbita y necesitó todas mis pertenencias, lo que me pone aún más nerviosa. Bueno, en fin, voy a seguir buscando. Si le ven, moreno, uno sesenta, con bigotito, pelo largo negro hasta la cintura, tatuaje de jaguar en un hombro y de Bruce Lee en el otro, arete en la ceja izquierda, me avisan. ¡Nos vemos amigos/as! Ja y esperen que ya van a ver lo que tengo que contarles sobre ese fascista, ese tal Juan Ber, la próxima.